miércoles, 15 de abril de 2015

Jan B.

Como por arte de magia Brothers in arms suena siempre en el momento adecuado, siempre tan inoportuno y a la vez tan precisa en su aparición. No puedo evitar pensar que Knopfler debió de haber perdido algo tan valioso como yo lo hice para decidir que estaba harto de Bonaparte. ¡Estoy harto de Bonaparte! ¿Qué hay que hacer para esquivar a ese gordo bajito?, ¿ha sido capaz de cerrar todos los caminos? No puede ser, Cooper me grita, me increpa, me incita a creer que no, pero quién puede creer al viejo chiflado, sus amores nunca fueron de este mundo, al igual que sus penas. Quizás los míos tampoco y por eso me tengo que escudar en comunicaciones oníricas que caminan en la línea entre las casualidades y la providencia. Quizás lo que obtenga en "la vida real" nunca sea suficiente para mi. Quizás el piso de arriba sea mi verdadero hogar, tal vez yo no sea yo y solo sirva de cascarón para un alter ego desconocido. Eso tampoco sería tan sorprendente.

Quizás esté condenado.